lunes, 29 de noviembre de 2010

Una historia digna de compartir

Hoy por la mañana escuche en la radio una historia que me parecio más que digna de compartir.

Édith Piaf fue una de las más grandes artistas del siglo XX, el mundo entero la recuerda por su maravillosa interpretación de "La vie en rose". Édith tuvo una vida muy atormentada, su nacimiento se dio en plena calle, ya que su madre, sola, no pudo llegar a un hospital, por lo que Édith nacio bajo un farol en Belleville, Paris en diciembre de 1915.
Criada lejos de sus padres, tuvo una infancia de un hogar o otro, sientiendose sola se enamora de un chico a los 17 años de quien tiene a su única hija, misma que muere antes de los 2 años de meningitis.
Su vida transcurre entre cabarets de mala muerte y la calle, hasta que un día conoce el éxito, gracias a su extraordinaria voz.
Para la Segunda Guerra Mundial es ya una cantante consagrada, mientras vive en Paris, ayuda a los perseguidos y se vuelve protectora de artistas judios perseguidos por los nazis.
Se casa y envuida en menos de un año, se enamora nuevamente y se divorcia al poco tiempo, tanta tristeza y soledad la vuelve alcoholica y la sume en una gran depresión.
La tragedia la persigue cuando en 1958 tiene un grave accidente automovilístico, lo que la deja gravemente herida y la vuelve adicta a la morfina.
Cuando parece recuperarse, su médico de cabecera le informa que tiene cirrosis en un estado muy avanzado y le da tres meses de vida.
Édith decide entonces poner sus asuntos en órden y luego manda a llamar a su sacerdote para indicarle su último deseo. El Padre se sorprende cuando le pide ser enterrada con un tenedor; Al ver al sacerdote confundido Édith le explica, que durante su vida y sus multiples viajes por el mundo, siempre era invitada a las principales cenas de gala, por lo que cuando terminaba el primer plato, invariablemente el mesero le susurraba al oido "quedese con su tenedor", lo que le daba la idea que "lo mejor estaba por venir" y así era, porque de inmediato servian el plato principal.
La mujer que nacio en la calle y se volvio una estrella, gracias a su maravillosa voz. Que su vida fue una constante tragedia, nunca dejo el optimismo hasta el día de su muerte, cuando efectivamente su sacerdote se aseguro que, fuera enterrada con un tenedor!.

Me gusto mucho está historia con su moraleja y por eso quise compartirla. Así que agarrar muy fuerte el tenedor de la vida, porque no importa cuan gris veamos en ocasiones la vida, lo mejor...lo mejor siempre está por venir!.

Felices letras!