Un día cualquiera mientras
estaba echándome unos tacos al pastor haciendo absoluto caso omiso a mi dieta,
platicaba con alguien acerca de lo satisfactorio que me resultaba mi vida en el
voluntariado, llevaba, en ese tiempo, casi un año de asistir al Hospital Infantil
Federico Gómez los fines de semana, visitando a los niños que estaban
recibiendo tratamiento en el área de oncología y terapia media.
Mi trabajo
consistía en hacer pasar un momento agradable a los niños y papás, pues muchas
veces ingresaban a emergencias y los detenían ahí por semanas con literalmente
lo puesto. Entonces la idea era entretener con juegos, cuentos, dibujos o
muchas veces, mientras los niños dormían, platicar con los papás que están ávidos
de ser escuchados para poderse desahogar.
Sería interminable
intentar contar todas y cada una de las conmovedoras historias que ahí conocí,
pero también descubrí que haciendo pequeños cambios podía lograr grandes
diferencias.
Hice entonces mi
primera campaña en pro de los niños del Hospital, está consistió en “asaltar”
en despoblado a todos mis amigos para que me donaran ropa, a la par de esta
campaña descubrí gracias a Kelly, pequeña de cuatro años afectada de Leucemia,
que para los pequeños con cáncer perder su cabello es un tema que les causa
gran tristeza, pedí entonces que si no podían o querían donar ropa, donaran
gorros!!!. Cuantas sonrisas derivaron de esta idea, no hay nada más
gratificante ver una idea concretada y cumpliendo la misión de lograr un
objetivo.
Pero quería ir más
allá y mientras seguía comiendo tacos y pedía una sangría, reflexione acerca de
la vez que estuve internada en el Hospital cuatro días por un accidente de lo
más absurdo que casi me cuesta la vida (pero esa, es otra historia) y recordé como
la lectura me “salvó” de morir de aburrimiento entre estudio y estudio.
Y de pronto la luz………
¿Por qué no hacer
una Colecta de cuentos para los niños del Hospital? Y mientras tomaba una
servilleta y ahí garabateaba lo que después fungió como slogan de la campaña,
pensaba en las horas, al menos ocho, que un niño pasa conectado recibiendo
quimioterapia. Me hacía mucho sentido entonces, que esa larga espera estuviera
mitigada por cuentos de lectura y para colorear.
Le di un beso
rápido al acompañante y salí de prisa a concretar esa idea, misma que un mes
después resulto en la donación de 300 cuentos para los niños no solo de oncología
sino de otras áreas del Hospital.
Todo esto gracias a
la generosidad de mis amigos y conocidos que me ayudaron a dar a conocer esta
campaña a través de sus contactos y redes sociales y me apoyaron con su donativo.
Hace muy poco por
un tema laboral conocí la FIRM, Fundación Infantil que se dedica a proporcionar
albergue y alimento, de manera gratuita, a niños enfermos que vienen de toda la
República Mexicana a recibir tratamiento médico acompañados de sus familias. Y
me encantó su labor!
A los niños les
resulta muy complicado estar lejos de casa, por lo que todas las facilidades
que podamos darles para que su estancia sea menos difícil me parece que vale la
pena intentarlo, es por eso que nuevamente me pongo las pilas para replicar la
campaña de “Dóname un Cuento”.
Mi meta es entonces
llegar a 500 cuentos, entre libros para colorear y de lectura, no es una tarea
fácil pero nuevamente abuso de mi suerte y de la generosidad de todos para
cumplir este objetivo.
¿Me ayudan a lograrlo? Si pueden donen un cuento, sino compartan esta información a quien si pueda, pero eso si, echen muchas porras porque las voy a necesitar!.
Les comparto la imagen de la campaña!
De mientras felices letras.